Dividendos y bonos rentan más frente a la inflación que en la última década


Tanto las retribuciones de las compañías del Ibex 35 como la deuda pública a largo plazo ofrecen al inversor rentabilidades 'reales' superiores a la media de los últimos diez años
Es uno de esos enemigos a los que en ocasiones se subestima, pero la inflación juega un papel tan importante en el mundo de la inversión como otras variables que continuamente se vigilan. Igual que un aumento de los precios resta poder adquisitivo si el consumidor no recibe una subida en el salario, la inflación también se come parte de la rentabilidad que un inversor obtiene. En la última década, el IPC, el indicador por excelencia para medir este incremento generalizado de los precios, incluso llegó a crecer a tasas interanuales superiores a lo que ofrecían los cupones en la deuda y los dividendos en la bolsa en España. Es decir, que no existía una rentabilidad real. El escenario ahora es muy distinto. El inversor que busca rentas periódicas se encuentra con que este enemigo es prácticamente inexistente. Con un IPC en el 0,1%, los dividendos y la renta fija cuentan con más atractivo real -descontando la inflación- que lo ofrecido de media en la última década.

Existen múltiplos como el PER -el número de veces que la acción recoge el beneficio- que indican que la bolsa española está cara respecto a sus niveles históricos. Y, de hecho, la recuperación vivida en los últimos dos años, a priori, aminora atractivo a los dividendos que reparten las empresas. Desde los mínimos de 2012, el Ibex 35 gana más de un 75 % y, por tanto, el inversor paga ahora un mayor precio para recibir las retribuciones. Pero, pese a estas subidas, la rentabilidad por dividendo del Ibex se encuentra en estos momentos en línea con la media de los últimos diez años. Las compañías del índice ofrecen en torno a un 4,7% y la media se sitúa en el 4,4%.

Este interés no sería tan atractivo en un escenario como el de principios de la década, en el que la inflación se comía toda la rentabilidad que generaban los dividendos. No fue hasta octubre de 2008, con el desplome de la bolsa y las políticas de retribución aún sin recortar, cuando la brecha se abrió claramente a favor de los pagos de las cotizadas. El coste de la vida no impedía que se pudiera cazar más de un 7 % de rentabilidad con los dividendos de los grandes valores del Ibex en 2009.

En cualquier caso, ese fue un episodio aislado a lo que suele ser habitual, ya que la inflación española registraba tasas negativas y los dividendos se beneficiaban de una bolsa en mínimos. La rentabilidad que, de media, ha ofrecido la retribución de las compañías españolas desde 2004, una vez eliminado el efecto de la subida de precios, ronda el 2 %. Ahora, sin embargo, es posible ganar un 4,6 %... ¡más del doble!

"El entorno actual es propicio para invertir en compañías con buena rentabilidad por dividendo. El diferencial tan alto puede entenderse porque el mercado considera que la inflación actual es excepcional y que en 2-3 años se situará sobre el objetivo del BCE, del 2 %", indica Nicolás López, director de análisis de MG Valores. Y tan excepcional como que en los últimos diez años el IPC mensual ha crecido a ritmos medios del 2,4 % interanuales, muy lejos de las tasas prácticamente nulas actuales.

¿Mejoras de dividendo?
El contexto es favorable para buscar rentas periódicas a través de dividendos, aunque la clave no solo estará en los niveles de inflación y la evolución de la bolsa: también será determinante que las previsiones de crecimiento de beneficio se cumplan, para que esto derive en mejoras de dividendo. Porque, al final, si la renta variable continúa al alza como prevén la mayoría de casas de análisis es necesario que las compañías vuelvan a ganar más dinero para retribuir a sus accionistas. "Siempre que se mantengan las políticas de dividendos, invertir en estos momentos en compañías de gran capitalización europeas (y españolas) dadas las expectativas de inflación es un acierto", comenta Pablo García, director general de Carax-Alphavalue, añadiendo, no obstante, que los dividendos españoles todavía "no van a subir porque el momentum de beneficios no es aún bueno y las políticas de retribución se quedarán estables".

En cambio, Tomás García-Purriños, analista de Cortal Consors, confía en que "se va a producir un aumento de los beneficios, probablemente a partir de la segunda mitad del año, lo que también aumentará los dividendos. De hecho, esta es la única forma de que la bolsa siga subiendo". Nicolás López también considera que "la mejora de las retribuciones irá ligada al crecimiento de los ganancias y, por tanto, es previsible que mejoren en los próximos años". El experto añade: "Eso sí, a la hora de elegir una compañía por su dividendo es importante que éste sea sostenible. Empresas de negocios estables y previsibles son las más apropiadas para ello, como eléctricas, telecos, autopistas y sectores regulados".

Con los beneficios de este año, 16 valores del Ibex pagan dividendos superiores al 3 % y hasta siete de ellos remuneran con más de un 5 %. Entre los más atractivos destacan ahora el de Enagás, BME y Mapfre, que pagan completamente en efectivo y el del Santander, Telefónica, Repsol e Iberdrola, que emplean el scrip dividend, la opción de recibir acciones que diluye la participación de los accionistas que cobran en metálico y rechazan los títulos. Todas estas compañías, junto Ferrovial, Red Eléctrica, Abertis, Gas Natural, CaixaBank, ACS, BBVA, Técnicas Reunidas, Indra y Abengoa, abonan dividendos que superan la rentabilidad que paga ahora la renta fija a largo plazo.





Atractivo 'real' de los bonos
Hace dos años, el bono español a 10 años alcanzó máximos de la serie histórica al superar la cota del 7,5 % de rentabilidad en el mercado secundario. En plena crisis del euro, muchos inversores especulaban con la posibilidad de ruptura de la eurozona, hasta que el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, hizo revivir a la moneda única con sus palabras "haré todo lo que sea necesario para salvar al euro y, créanme, será suficiente".

En estos años de grave crisis económica y financiera en Europa se produjeron dos situaciones clave: en primer lugar, un fuerte avance de la rentabilidad media pagada por el título español (que lleva subiendo desde 2009) y, por otra parte, un fuerte repunte del riesgo de impago del país. Desde entonces, el tipo de interés que paga el bono español en el mercado secundario ha caído en picado: un 65 % en dos años, lo que ha llevado su rentabilidad hasta mínimos históricos este año, llegando incluso a caer del 2,6%. Con este descenso ¿cómo es posible que las rentabilidades estén por encima de la media de la última década?

La respuesta, en realidad, es sencilla: hay que tomar rentabilidades reales y no nominales. Esto es, si se descuenta en todo momento el coste de la vida, el resultado es que los bonos todavía ofrecen un tipo de interés atractivo. Con unos datos de inflación tan bajos como los que ha marcado España en los últimos meses, tiene sentido que los inversores estén dispuestos a seguir comprando bonos, aunque su rentabilidad nominal esté en mínimos históricos. Si sólo se contabilizan las rentabilidades reales, el título español ha ofrecido un retorno medio durante la última década del 1,91 %, mientras que actualmente está en niveles del 2,72%, 81 puntos básicos por encima. También las letras del Tesoro ofrecen una rentabilidad superior a la de la media de los últimos 10 años. En este periodo, el retorno medio de la deuda pública a 12 meses se situó en el -0,06 % (descontada la inflación) y actualmente paga un 0,16 %.

La medición de la rentabilidad real que realiza un inversor es siempre valorando las expectativas de inflación. Los expertos creen que el IPC avanzará posiciones lentamente a partir de la segunda mitad del año, pero este proceso será lento y paulatino. En concreto, el consenso de mercado recogido por Bloomberg apunta a un indicador de precios que aumente un 0,8 % en los próximos meses. Esto significa que el retorno real de los bonos a 10 años se mantendrá en la línea de la década, en torno al 1,9 %.

Horizonte de incertidumbre
El fuerte descenso del interés exigido a la renta fija en el secundario provoca que el inversor que entre hoy en bonos españoles podría arriesgarse a una subida de las rentabilidades (caída de precios). Los analistas creen que las incertidumbres sobre este activo se mantendrán mientras la recuperación económica no se afiance y el BCE no detalle sus planes de futuro. La posibilidad de ver caídas importantes de los intereses (subidas de precio) reside en que la entidad monetaria active la compra de activos, un QE a la europea. "Creemos que este programa podría venir en el cuarto trimestre y que una parte podría irse a deuda pública", explica José Luis Martínez Campuzano, estratega de Citi en España. De hecho, las medidas históricas adoptadas por el BCE durante el año han fomentado un rally de la renta fija europea hasta niveles nunca vistos. Entre los grandes beneficiados se encuentran los fondtesoros, fondos de inversión que tienen una gran parte de su cartera en deuda del Tesoro. Los fondos de bonos españoles consiguen una rentabilidad media que supera el 6,2 % este año y en 2013 alcanzaron el 9,7 %, según los datos recogidos por Morningstar. De este modo, si el tipo de interés exigido a la renta fija sigue cayendo, estos vehículos seguirán ofreciendo retornos atractivos, aunque difícilmente llegarán a estas cifras históricas.






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