¿Es posible invertir en agua?
El agua dulce, este recurso tan preciado y necesario para la vida de la práctica totalidad de los seres vivos y para el adecuado desarrollo de nuestra economía, es aparentemente un recurso inagotable. No obstante, esta creencia popular no sólo es falsa, sino que además existe una gran escasez en muchas zonas del planeta que está acentuándose cada vez más debido a la influencia de diversos factores.
El continuo aumento de la población mundial unido al crecimiento económico de los países desarrollados, fue lo que impulsó con fuerza la demanda de agua durante el siglo XX. Sin embargo, durante la primera década del siglo XXI, la aparición de los llamados “países emergentes” ha acelerando rápidamente este incremento, aumentando sustancialmente el riesgo de escasez.
Este proceso no parece que vaya a cesar, ya que todas las previsiones para el futuro indican una gran presión al alza, principalmente por parte de países como China o la India, que entre los dos suman un tercio de la población del planeta. Además, el rápido desarrollo industrial del que están disfrutando estos países esta generando una grave contaminación de los recursos hídricos en la zona, por lo que también se requieren multitud de plantas de tratamiento de residuos. Por otro lado, el cambio climático ya es un hecho, que en la actualidad afecta a varios países y que en el futuro dificultará el acceso al agua a multitud de regiones.
Los gobiernos de los distintos Estados, previendo todo lo descrito anteriormente, están emprendiendo fuertes inversiones en empresas relacionadas con la provisión y el saneamiento de recursos hídricos. Debido al conocimiento acreditado de una mayor eficiencia en la gestión del agua por parte del sector privado, se inició hace unos años un proceso de privatización que continúa desarrollándose en la actualidad. Esto puede generar grandes oportunidades de inversión con buenas perspectivas de rentabilidad.
Cómo podéis ver, existen multitud de motivos por los que puede ser un buen negocio la inversión en empresas que mejoren el acceso al agua dulce y el tratamiento de residuos hídricos. Esta inversión puede hacerse principalmente de manera directa (en empresas que presten estos servicios), a través de ETFs o utilizando fondos de inversión sectoriales.
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