
Iniciado por
Dor
La creación y la distribución de la riqueza son de las mayores cuestiones que enfrenta la economía desde los tiempos de los clásicos (finales del s. XVIII).
Primero hay que crear riqueza para luego distribuirla
La economía crece sanamente cuando las empresas descubren y satisfacen una necesidad real del mercado, generan beneficios e invierten parte de esas ganancias.
Milton Friedman, durante una visita a China le enseñaron una enorme represa en la que miles de trabajadores excavaban utilizando palas. Friedman preguntó por qué no usaban unas excavadoras mecánicas que harían el trabajo mejor y más rápidamente. Le respondieron que hacía falta darle empleo a mucha gente. Friedman sonrío irónicamente y les dijo: “En ese caso, ¿por qué no utilizan cucharas en vez de palas y van a necesitar a muchos más trabajadores?”.
El objetivo racional de cualquier actividad económica sana es hacer lo más posible con la menor cantidad de recursos posibles y en el tiempo más corto posible.
El trabajo y la subvención son los medios más comunes que tiene la mayoría de la población para obtener riqueza. El problema con la subvención es que crea una carga para quienes producen. El problema con el trabajo, en especial el poco calificado, es que se sustituye fácilmente cuando avanza la tecnología. Este último caso implica que la riqueza que adquirían los trabajadores menos calificados pasa a manos de los dueños de la tecnología y las maquinarias. Este proceso es frecuentemente atacado.
Si llevamos el sarcasmo de Friedman a un extremo, podemos pensar en un programa de gobierno que contrate a la mitad de los desempleados para hacer huecos y a la otra mitad para que los tape. Hay pleno empleo. Se les dan ingresos a personas que previamente no tenían ninguno. En resumen, hay distribución de riqueza; ¿pero hay creación de valor? Claramente no. La creación de valor frecuentemente necesita destruir el statu quo de la producción. Es un proceso doloroso en el que se pierden trabajos. Los fabricantes de carrozas sirven poco hoy porque usamos coches y sistemas masivos de transporte; no carrozas y caballos. En contraste, estos sectores crean valor y empleos nuevos. Como lo enunció Schumpeter, es un proceso de destrucción creativa.
Primero hay que crear riqueza para luego distribuirla. El proceso de destrucción creativa no debe ser frenado. Necesitamos crear más riqueza para luego pensar en satisfacer necesidades y lujos de cada vez más personas. El enfoque de las políticas públicas no debe ser el de evitar que se pierdan trabajos, sino facilitar que los desempleados puedan ocuparse nuevamente. Esto sin descuidar que se ocupen siendo productivos; no tapando y destapando huecos. Mientras más productivos, más riqueza recibirán. Lograr esto es una decisión política compleja, pues se logra solo entrenando al trabajador para otro empleo y no obstaculizando la dinámica del mercado.
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